Inicio de la cruda electoral


Ya cerraron las urnas y no hay resultados aún para las elecciones de hoy. Empieza el conteo, el registro de denuncias, la información, los resultados de las encuestas de salida,  las declaraciones triunfalistas de los partidos y las y los candidatos, la confusión, el flujo inevitable de información y las dudas. 

He seguido la jornada electoral a través de internet y llamadas telefónicas. Tantas personas participando desde  distintas trincheras. El país está vivo, aunque a veces parezca que no. 

La violencia ha estado presente también. Es la parte más lastimosa y brutal del proceso.  No nos merecemos funcionarios quemados junto con las boletas que resguardaban, candidatas y candidatos asesinados, encapuchados robando urnas ni maestros obstaculizando la jornada. El miedo ha estado presente en Oaxaca, Guerrero, Michoacán y en otras ciudades en distintos estados. 

El escepticismo, la incredulidad, el enojo, la desinformación -paradójicamente- en medio de una cantidad de información que a veces se torna improcesable. 

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La primera vez que fui a votar recuerdo haber sentido una enorme emoción. La ceremonia de iniciación a la ciudadanía mexicana.  Imposible en ese momento pensar en una transición democrática y mucho menos en el triunfo de un partido que no fuese el PRI.  Soy hija de la generación que vivió el desencanto del 82,  la movilización ciudadana del 85,  la crisis electoral del 88 y el CEU en la UNAM.  No había posibilidad de haber visto en la presidencia y en los gobiernos de los estados un partido distinto a ese.  Las desobediencia civil del PAN en esos años era ridiculizada por el PRI y los medios de comunicación hasta el cansancio.  Cuando ganó Pancho Barrio la elección en el 92, trabajaba yo en Gobernación, y recuerdo bien que cuando fue a la Secretaría nos prohibieron salir a saludarlo.  Me escapé "al baño" cuando él llegó y corrí a felicitarlo.  La emoción que sentí de ver a una figura icónica que había derrotado al PRI en el norte (tanto en Ciudad Juárez como Presidente Municipal y después como Gobernador ese año) aún la recuerdo y puedo sentir las mariposas en el estómago que me acompañaron en ese momento.  La posibilidad de la alternancia latente, entrando al Palacio del Cobián por la calle de Abraham González.

En el 2000 estaba yo en el IFE cuando el Presidente Zedillo salió en cadena nacional a decir que había ganado Vicente Fox las elecciones. Silencio en la burbuja gigante de la prensa. Todas las personas que estábamos ahí, periodistas, cuerpo diplomático acreditado, visitantes extranjeros, funcionarias y funcionarios,  nos volteamos a ver con cara de incredulidad y en cinco segundos estábamos gritando y abrazándonos. Lo impensable había sucedido. El PRI había sido derrotado y llegaban un candidato imparable y un partido de oposición a la Presidencia de México. 

Hoy la alternancia es ya una realidad. La democracia electoral nos ha costado muchísimo como país, en términos financiero y en vidas.  Votar, algo que muchos vivimos durante años como un mero símbolo/ritual para perpetuar el orden de las cosas y darle legitimidad al PRI en el poder, se convirtió en la herramienta de la ciudadanía.  Demostró que los votos pueden cambiar el rumbo del país, que las y los ciudadanos contamos.

Hoy, votar, ya no resulta excepcional.  ¿En qué momento llegamos a este 2015 habiendo perdido la esperanza por el país? Tenemos memoria tan corta que hemos minimizado el poder del voto y su fuerza.

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Sin tener las cifras ni los datos aún, he  leido en redes sociales y en la prensa que la participación ha sido muy baja (suele ser en las elecciones intermedias en todo el mundo).  Me temo que las grandes presencias de esta jornada serán la baja asistencia a las urnas, la anulación de los votos, la violencia y el voto de castigo.  Entre las coincidencias que destacan los medios y los encuestadores está que El Bronco, Jaime Rodríguez, el candidato independiente de Nuevo León ganó la elección como gobernador. Falta ver qué dicen los resultados oficiales sobre éste y los demás resultados. 

Por lo pronto queda mucho que hacer por y con esta democracia mexicana. El trabajo no  concluye con los resultados oficiales, de hecho, empieza una vez que se den:

  • La clase política tiene que entender que o cambia o cada vez le costará más trabajo acceder al poder sin la supervisión ciudadana. 
  • El Presidente y sus asesores tienen que darse cuenta, de una vez por todas, que tienen que escuchar a las diversas voces de este país.  
  • Los medios de comunicación tienen que apostarle a la información, no a la desinformación y a la autocensura. 
  • La ciudadanía tiene que asumirse como tal. No se es ciudadana o ciudadano cada 3 o cada 6 años. Es un ejercicio permanente. No se puede exigir resultados a los partidos y a la clase política sin participar.  Es el costo de la adultez democrática. Se tienen derechos y obligaciones. 
  • Los partidos políticos tienen que empezar a pensar en el país y no en sus cotos de poder ni en como sacar más recursos del erario.  Quiero pensar que la posibilidad de reelección para el 2018 será un primer paso en el fortalecimiento de la rendición de cuentas y el acercamiento de las y los legisladores a sus electores... y el inicio de una sana distancia con sus partidos. Estos son un medio, no un fin.
  • La paridad es un gran paso hacia la democratización de la vida política y de los partidos. Falta la paridad horizontal, habrá que exigirla y cerciorarnos de que en las próximas elecciones sea una realidad.  La democracia se fortalecerá cuando la mitad de la población, las mujeres,  participe en igualdad de condiciones.
  • Evidentemente, acabar con la pobreza será el gran paso para consolidar la democracia en este país. Ello abrirá la puerta al crecimiento, a la erradicación de la violencia y al desarrollo incluyente que este país necesita.

Una reflexión con puntos suspensivos antes de que acabe este día.  

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Por cierto, este 7 de junio también se vivieron elecciones en Turquía, país con el que tenemos enormes similitudes geopolíticas e históricas (que no comentaré ahora aquí).  Los resultados presentados por los medios de comunicación  al cierre de la jornada señalan que el partido en el poder perdió la mayoría en el parlamento y que el Presidente Erdogan tendrá que gobernar con coaliciones. Su deseo de reformar la Constitución se ve lejano ante este escenario y resultado electoral. 


El mundo cambia, los ciudadanos se manifiestan en las urnas y las reglas del juego de poder en las democracias tienen que adecuarse. México no es la excepción.

Imagen: LatinoWeeklyReview.com

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